HUIDA

Estaba en el convite con mis amigas cuando vi de pronto a ese tipo. Nunca supe su nombre, o lo olvidé. Dudé. Sí, era él. ¿Me reconocerá? 

Después de tanto tiempo sin salir de casa, por fin me dejé convencer por mi pandilla para ir por lo menos un rato a la boda de Pepa y Lucía.

-Te distraerás, ya verás. En el momento que quieras irte te llevamos a casa. Quédate solo el tiempo que estés cómoda -me aseguraron, y me esforcé por romper mi encierro.

Me vestí discretamente, ni muy elegante ni demasiado sencilla para no llamar la atención. Un vestido largo de seda azul, holgado de tanto peso como perdí estos últimos años, pero con unos toques brillantes que le daban un aire festivo.

Pasé un mal rato al llegar, como si me hubiera olvidado de cómo saludar a la gente, qué hacer con las manos, mantener una conversación superficial, o escoger el momento de cortar la charla sin ser grosera.

Mi cabeza iba a mil desmontando cada detalle, cada gesto que, a mi mente alertada, le parecía una amenaza.

Después de la primera copa de champán me fui relajando. La sirvieron en el recibidor del gran salón de ceremonias, de pie, junto a un aperitivo antes del almuerzo. Unas chicas uniformadas y sonrientes pasaron con bandejas de bebidas y bocaditos variados que se comían de un mordisco.

En un extremo del amplio recibidor estaba la barra y allí lo vi, dándole la espalda al mostrador, apoyado sobre un codo. Quise que me tragara la tierra. Miré a otro lado y simulé calma para pasar desapercibida. No sabía si sentía más vergüenza que miedo. Solo quería no estar allí, bajo el mismo techo que él. Ni siquiera rodeada por mis amigos me sentía segura.

Él se giró tranquilamente hacia la barra, no parecía haberse percatado de mi presencia. ¿O sí?

Puse una excusa y me marché sigilosa. Le rogué a mis amigos que no me acompañaran, les dije que necesitaba estar sola, que ya les avisaría al llegar a casa.

Impulsada por una fuerza sobrehumana, empecé a correr nada más salir de allí. Como en un sueño lo reviví todo: la noche que me abordó en el aparcamiento, lo que me obligó a hacer bajo amenaza de muerte, las heridas que me produjo. 

¿Por qué seguía huyendo yo en vez de él?

Cumplió una condena mínima y ya está libre. Yo tengo cadena perpetua de vergüenza y culpa y miedo.

Premio del 8º Concurso de relatos cortos “Matria, por la igualdad de Género”

6 comentarios en “HUIDA

  1. Esto expresa el peso de un trauma que no termina con una sentencia penal. Habla de la injusticia emocional y social que vive la víctima, de la vergüenza impuesta y de la eterna huida en la que queda atrapada. Es un retrato valiente y desgarrador de la violencia sexual y sus consecuencias.

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