¿Somos realmente libres?

La vida parece una carrera de obstáculos para liberarnos de las cadenas que todos arrastramos. No es la sociedad, la política o las leyes lo que más nos limitan (que también), sino los programas heredados, los condicionantes familiares, los mandatos silenciosos. Hacemos lo que se espera de nosotros, lo correcto o todo lo contrario creyendo que así nos escapamos. Pero de una u otra forma estamos dentro del esquema mental de nuestra saga, que determina más de lo creemos cómo vivimos nuestra vida.

Salir del cascarón que traemos de fábrica, romper con las expectativas, transgredir las normas no escritas si hace falta, es la tarea que todo adulto que quiera DESPERTAR, vivir de manera genuina, en libertad realmente, no tiene más remedio que afrontar. Y no es tarea nada, nada fácil.

Cuesta cambiar el traje con el que nos vistieron al nacer, pero más aún cuesta sobrellevar el rechazo y la soledad que conlleva la “deslealtad” al clan; y eso aunque los descarríos puedan ser una oportunidad para ampliar estrechas miras, para dejar atrás viejas heridas. Es el papel que les toca a las ovejas negras, yo soy una de ellas, creo, un bicho raro.

No, no somos libres

Parece que la vida y obra de nuestros antepasados más directos nos condiciona; sus circunstancias y experiencias de vida y su manera de abordarlas nos determina, si no estamos atentos, a repetir comportamientos una y otra vez, hasta que algún eslabón se suelta y se corta la cadena. La forma de relacionarnos en pareja (que por cierto, parece que aprendemos de los abuelos), tener o no hijos, ser infieles o no… qué profesión elegimos o cómo desempeñamos el trabajo, si somos despilfarradores o tacaños…. tantas elecciones que parece que tomamos libremente, no son lo son tanto; en nuestro centro de mando habita también el fantasma del pasado.

No se trata de nada mágico ni misterioso. Parece que la ciencia estudia ya de qué manera determinadas experiencias son capaces de modificar circuitos neuronales o incluso el ADN y transmitirlo.

Así que me dio por estudiar genealogía

Si, hace un tiempo leí bastante sobre estos temas: montones de libros y autores hablan de ello desde perspectivas y denominaciones diferentes (metagenealogía, psicobiología, biodescodificación…); aunque con distintos métodos y nombres llegan al final a conclusiones parecidas. Hellinger y las constelaciones familiares es un tema aparte, apasionante.

Fue interesante, aunque como todas las nuevas corrientes, hay que tener cuidado con expectativas infladas y con oportunistas que pregonan soluciones fáciles y rápidas que no suelen existir.

Parece que cada linaje está marcado por unas historias que tienden a repetirse: adulterios, enfermedades, exclusiones, ruinas económicas, hijos no reconocidos, embarazos juveniles, incestos, violaciones, muertes trágicas, abandonos, etc. Aun en las más “normalitas” apenas se rasca un poco se encuentran retos a los que cada familia se enfrenta y que se repite a través de generaciones. La mía no es una excepción.

caja candado.jpg

Son muchas veces cuestiones espinosas de las que no se suele hablar abiertamente, como si mirando a otro lado desaparecieran, cuando más bien se perpetúan. Los secretos no dichos, los silencios, esos rodeos y vacíos en la narrativa de la historia familiar, son como cápsulas de dolor y tensión no procesada que terminan transmitiéndose de forma sutil a los descendientes. Según los expertos, éstos a veces padecen en forma de somatizaciones y enfermedades de todo tipo estos conflictos sin resolver hasta que son capaces de verbalizar, de darle un significado, de ponerles LUZ, y así poner fin a la cadena de sufrimiento.

Otra cuestión que plantean es el “síndrome de aniversario” que trata de explicar cómo hechos de gran intensidad emocional permanecen en el inconsciente y tienen un efecto diferido y repetido en fechas parecidas en las generaciones siguientes.

Las historias de mi árbol

Hice un estudio de mi genealogía -que he perdido, por cierto (¡qué diría Freud de esto!) y asistí a un par de sesiones con un experto para estudiar las claves de mi árbol que podrían estar influyendo en mi vida sin yo darme cuenta.

Descubrí cosas interesantes que me ayudaron. La simple confección del árbol ya reveló sorpresas inesperadas; Inquieta ahondar en las propias raíces (yo, tan desarraigada!) y sacar a la luz situaciones y coincidencias que dan qué pensar: La orfandad prematura de mis padres, los muchos matrimonios de mis abuelos maternos, infidelidades, destierros y abandonos…

Así que tengo intención de recrear la historia de mis antepasados más recientes, tan desconocidos, tan mitificados; iré contando lo que recuerdo de lo que fui recopilando a través de los testimonios de unos y otros (sobre todo de mi madre), muchas veces poco rigurosos, teñidos de juicios sesgados, a veces más leyendas que datos precisos. Pero lo imaginado también tiene su peso en la historia familiar.

Todo para ir reconquistando libertad, desvistiéndome de los trajes de otros, que no son los míos, para ir viviendo mi propia vida. No la que me predestinaron mis ancestros, la fecha de nacimiento, el nombre que me pusieron o a quién me parezco.

Cargamos con pecados que no cometimos, con misiones de vida implícitas que no son nuestras, con culpas y penas que no nos corresponden… No se trata de enjuiciar ni condenar, cada uno hace lo que puede en cada momento, sino de aprender, de comprender; de mirar con compasión y honrar el sacrificio de otros que nos permitió llegar a donde estamos. Se trata de CONOCER, de conocernos, para poder ELEGIR, para ser un poco más libres.